TÉRMINOS
Opinión
Término perteneciente a la teoría platónica del
conocimiento.
-La “opinión” (doxa) es un término que fue usado ya por
Parménides para referirse a lo que no es y no puede ser nunca “verdad”. Para
Platón, sin embargo, el conocimiento es un proceso gradual y la opinión es el
punto de partida inevitable, el grado mínimo del conocimiento, un punto de
partida que, es cierto, debe ser sin embargo superado mediante el pensamiento
racional, la dialéctica ascendente que nos eleva por encima de las apariencias
del mundo y las conjeturas, imaginaciones y creencias que nos formamos sobre
ellas.
-La opinión incluye las imaginaciones y conjeturas que nos
hacemos a partir de las “representaciones” de los objetos (tal y como se dan,
por ejemplo, en el arte y la poesía –hoy en día en los medios de comunicación y
las redes sociales, por ejemplo), así como las creencias que nos formamos sobre
los propios objetos sensibles sobre la base de nuestra propia experiencia
directa y no a la luz de su Idea.
-La opinión no constituye, para Platón, conocimiento
verdadero, aunque sí el punto de partida para llegar a él.
- Las opiniones expresan puntos de vista subjetivos,
particulares, interesados, parciales, contingentes, frente al conocimiento
racional de las Ideas, que expresa verdades objetivas, universales,
desinteresadas, imparciales y necesarias.
- En el mito de la caverna, la opinión se corresponde con la
cháchara de los prisioneros encerrados en el interior de la gruta.
Dialéctica
Término importante en el marco de la teoría platónica del
conocimiento.
-Originalmente, alude al método socrático de aproximación a
la verdad del concepto por medio del diálogo racional.
-De un modo más técnico, preciso y propio de la filosofía de
Platón, la dialéctica es el proceso que sigue el pensamiento racional al
descubrir las Ideas y ascender de una a otra, proceso que corresponde al grado
superior del conocimiento científico o episteme.
-La dialéctica consiste, pues, en un proceso de elevación
intelectual por el que se va ascendiendo de la intuición o intelección racional
pura (noesis) de una Idea a otra de rango superior, hasta alcanzar la Idea
suprema del Bien.
-La iniciación en la Dialéctica supone haber atravesado los
niveles o grados inferiores del conocimiento y supone continuar avanzando a lo
largo de un proceso esforzado.
-En el mito, el movimiento dialéctico viene representado por
el esfuerzo de ascenso del prisionero liberado que sale y que, después de un
proceso gradual que empieza con la contemplación de las sombras en el agua y
pasa a la visión nocturna de las estrellas, termina contemplando directamente
el sol. Para Platón, el conocimiento es una contemplación por medio de la
razón, y su meta es la contemplación de la esencia del Bien.
-Platón habla también de una dialéctica descendente,
consistente en deducir la verdad de los objetos sensibles existentes en el
mundo material a partir de la Idea suprema y las Ideas más generales y
abstractas a las que llega el pensamiento.
Reminiscencia
Término importante dentro de la teoría platónica del
conocimiento.
-Para Platón, “conocer es (en cierto sentido) recordar” o
“re-conocer”, es decir, “caer en la cuenta de” o “hacerse consciente de”
verdades (las Ideas) que, de algún modo, están o estaban ya puestas en las cosas
y presentes en el alma antes de que tomásemos consciencia de ello; conocer y
comprender es hacer explícito lo que estaba implícitamente puesto ya en las
cosas y en el alma racional.
-Platón se apoya en la teoría pitagórica de la preexistencia
del alma, aunque no podemos estar seguros de hasta qué punto Platón creyese en
la “literalidad” del relato que hace sobre la preexistencia de las almas...
Podría tratarse de una metáfora, que podríamos interpretar como si Platón nos
dijese que todo sucede “como si” el alma hubiese estado ya en el mundo
inteligible y hubiese aprendido las Ideas que luego olvidó al unirse a un
cuerpo y contaminarse con su materia... de manera que más adelante “conocer”
será “recordar”.
-Con esta idea Platón está señalando a lo que los
racionalistas modernos (como Descartes), a partir del siglo XVII, denominarán
la existencia de “ideas innatas”. Esto es, no aprendidas, pertenecientes a la
Razón pura, que se desarrollan con el desarrollo de la razón.
Idea de Bien
Término perteneciente a la Metafísica platónica.
-“Idea suprema” situada en cúspide la organización
jerárquica propia del mundo inteligible.
-“Principio de existencia” (arjé) y “principio de
inteligibilidad” de la verdadera realidad y de todo cuanto hay en ella: solo
puede haber cosas y solo podemos conocer y comprender la Idea de cada cosa a la
luz de la Idea del Bien, es decir, teniendo en cuenta la perfección y armonía a
la que todo tiende y toda cosa tiende, la perfección que toda cosa puede
realizar y tiende a realizar.
-La “contemplación” de la Idea del Bien requiere del proceso
dialéctico del conocimiento que asciende arduamente través de las Ideas de los
objetos sensibles hasta la comprensión de la razón de ser final de todas las
cosas Idea que recibe la influencia del concepto de nous de Anaxágoras (la
“inteligencia ordenadora” que asigna a cada cosa su lugar propio en el cosmos)
y que influirá en la concepción teleológica de la realidad propia de
Aristóteles, según la cual “todo tiende a un fin” que explica su existencia y
la dota de un sentido inteligible.
-Quienes acceden a la Idea del Bien no pueden dejar de
contemplar las cosas y de actuar conforme a esa Idea; estos serán los reyes
filósofos encargados del gobierno de la ciudad ideal.
-En el mito de la caverna, la Idea del Bien está
representada por el sol, a la luz del cual aparecen todas las cosas y pueden
ser “contempladas”.
RELACIONES
Platón-presocráticos
Platón construye todo el andamiaje de su sistema filosófico
sobre la base de una especie de diálogo crítico con toda la filosofía anterior
a él. En particular, retoma y reelabora planteamientos de los filósofos
presocráticos del período cosmológico anterior al giro antropológico
protagonizado por Sócrates y los sofistas en la Atenas del período clásico.
mientras que para los cosmólogos milesios este principio ha de ser algún tipo
de elemento o sustancia material, Platón, más cercano en esto a Pitágoras,
Parménides y Anaxágoras, entiende que el principio de todo lo real ha de ser un
principio organizativo de carácter formal. Aunque Platón concibe, siguiendo en
este punto las enseñanzas de Heráclito, la realidad aparente, la naturaleza
sensible accesible a nuestros sentidos, como un continuo devenir de múltiples y
cambiantes formas materiales sometidas al paso del tiempo y a su poder de
desgaste, entiende que la verdadera realidad de cada cosa, su “idea” o esencia,
su verdadero “ser”, ha de ser en cada caso una, que, como el “Ser” de
Parménides, se revela solo al pensamiento o inteligencia racional (“nous”), no
a los sentidos, y posee las propiedades que Parménides había atribuido al Ser:
el Ser es uno, eterno, invariable, siempre igual a sí mismo...
Pero, sobre todo, si hay un pensador presocrático que
ejerció una influencia notable sobre Platón, ese fue Pitágoras con su
planteamiento de que el “arjé” es número y de que, por lo tanto, la naturaleza
física observable a nuestro alrededor, como el sonido de un instrumento de
cuerda, ha de tener una estructura profunda, una “matriz generadora” de
naturaleza matemática.
Finalmente, es necesario referirse a la influencia de
Anaxágoras sobre Platón. Mientras que, aproximadamente por la misma época en
que Sócrates y los sofistas convivían y polemizaban en las Atenas democrática. Anaxágoras
sostuvo que no podía ser que la armonía de la naturaleza y del cosmos entero
fuesen el resultado del movimiento caótico de la materia; tenía que existir
algún principio formal organizador, alguna suerte de “inteligencia ordenadora”
interna al propio cosmos que hubiese puesto a cada cosa en su lugar y hubiese
asignado a cada cosa su función, de manera que cada cosa contribuyese, a su
manera, a la armonía general del cosmos. Anaxágoras inaugura así lo que se
conoce como el modelo de explicación “teleológica” de la naturaleza, de acuerdo
con el cual “cada cosa en la naturaleza tiene su propia función, finalidad o
propósito”, que da un sentido a su existencia y le permite contribuir al orden,
la finalidad, el propósito y el sentido del cosmos en su totalidad. Platón
también, como Anaxágoras, sintió que debía oponerse al materialismo ateo de los
atomistas, que reducía el universo a un conjunto de partículas de materia que
se movían sin sentido y sin finalidad.
Platón-Sócrates y
Sofistas
Platón construye todo el andamiaje de su sistema filosófico
sobre la base de una especie de diálogo crítico con toda la filosofía anterior
a él. Ahora bien, de entre todos los pensadores que lo precedieron, el que
probablemente mayor influencia ejerció sobre él y de forma más determinante y
duradera marcó su vida y su pensamiento, fue Sócrates.
Del “intelectualismo moral” de Sócrates, que afirma que la
virtud es conocimiento y pasa por el conocimiento, Platón hereda una manera de
plantear y resolver los problemas morales que podemos considerar a la vez
característicamente “racionalista”, “objetivista” y “universalista”.
Es decir, como resultado de la influencia de la ética de
Sócrates, Platón pensó que existen verdades morales objetivas y universales,
principios objetivos de justicia que tienen un fundamento o una justificación
racionales, y que por ser racionales han de ser universales, esto es, válidos
para todos en cualquier momento y lugar y con independencia de nuestra
procedencia y de nuestras identidades o señas de identidad culturales.
Si Pitágoras enseñó a Platón que existen verdades objetivas,
necesarias o forzosas y universales, que las verdades matemáticas ejemplifican
de forma modélica, Sócrates orientó la búsqueda platónica de este tipo de
verdades hacia el terreno de la moral y la política. Como Sócrates, Platón
entenderá que para hacer el bien primero hay que conocer lo que es el bien.
Platón hereda de Sócrates la idea de que el conocimiento es
una virtud y la idea de que para ser virtuosos es necesario conocer; la idea de
que quien conoce lo que es el bien no puede sino sentirse ligado, comprometido
por el bien; la idea de que solo el conocimiento puede llevar a la justicia y
solo por medio del conocimiento y de la justicia puede una persona llegar a
tener una “vida buena” o “digna” de un ser humano y una vida “feliz”; la idea
de que quien hace el mal no lo hace voluntariamente, sino por ignorancia.
Los sofistas fueron los “nuevos maestros” de la democracia
ateniense, que llegaron en sustitución de los poetas y de su “sabiduría tradicional”.
Fueron, probablemente, los fundadores del humanismo occidental. Criticaron la
moral tradicional desvelando el carácter convencional de las leyes y normas
sociales.
Para Platón, heredero de Sócrates en su polémica con los
sofistas, estos últimos crearon un ambiente cultural escéptico y relativista
que fue el caldo de cultivo para que la polis ateniense finalmente sucumbiera a
manos de políticos demagogos y corruptos, sin preocupación por la verdad y la
justicia ni escrúpulos morales, políticos que anteponían sus propios intereses
particulares a la Justicia y el “Bien común” de la polis.
Frente al subjetivismo emotivista y relativista y el
pragmatismo utilitarista de los sofistas, que sostenían que en cuanto a los
problemas morales no hay más qué puntos de vista subjetivos que dependen de
nuestros intereses, gustos y sentimientos se creó el racionalismo objetivista y
universalista que Sócrates inició y Platón, su discípulo, desarrolló.
Platón-Aristóteles
Aristóteles fue discípulo y seguidor de Platón, alumno de su
Academia durante más de veinte años. Indica el camino a seguir para los
verdaderos filósofos, cuyo destino es aventurarse más allá de donde sus
maestros pudieron llegar y mirar más allá de lo que sus maestros supieron ver.
Aristóteles, en efecto, manteniéndose fiel al espíritu de la
filosofía platónica (y socrática) en algunos puntos importantes, introducirá o
añadirá matizaciones, correcciones y críticas a la filosofía de su maestro que
se cuentan entre las primeras críticas recibidas por la obra de Platón.
Aristóteles es un pensador que tiene un talante y unos
intereses e inclinaciones filosóficos que lo diferencian de su maestro.
Mientras que Platón fue un hombre marcado por la influencia del Pitagorismo y
las matemáticas, dado al razonamiento puro y deductivo aprendido en la
geometría y alejado del interés por la observación de la naturaleza física,
Aristóteles, hijo de un médico , fue un “naturalista”, un hombre más interesado
por los individuos particulares y concretos y sus singularidades que por las
abstracciones de la razón.
Las críticas de Aristóteles a la filosofía de su maestro
llevan la marca o el sello de los rasgos señalados en el párrafo anterior, y
comienzan por el núcleo mismo de la metafísica platónica: la teoría de las
formas o ideas. Aristóteles comparte con Platón la idea de que cada cosa tiene
su esencia, su “idea”, su “forma” o esencia, pero no entiende que estas puedan pertenecer
a un plano de lo real independiente y separado del plano de lo empírico,
sensible y observable, un plano independiente y separado en el que se encontrarían
las “ideas” dotadas de una “objetividad” propia y solo accesible por medio del
razonamiento puro.
Aristóteles critica a Platón la vaguedad, imprecisión o
ambigüedad de los términos que este emplea para referirse a la relación entre
los objetos físicos del mundo sensible y las “ideas” del mundo inteligible.
Tiene consecuencias en el plano de la antropología
filosófica aristotélica. Aristóteles, como Platón, define al ser a partir de la
existencia en él de la capacidad racional. Sin embargo, aunque Aristóteles
define al ser humano como “animal racional” y piensa, como Platón, que el ser
humano es “cuerpo” y “alma”, no concibe estas dos entidades como dos sustancias
esencialmente diferentes y heterogéneas, independientes y separadas la una de
la otra, sino como “materia” y “forma” de una misma y única sustancia. El
cuerpo, como materia o elemento material constitutivo del ser humano,
constituye un conjunto de posibilidades que solo pueden realizarse a partir de
la acción de un principio vital que lo anime y lo ponga en movimiento; el
“alma” es, precisamente, en tanto que “forma”, estructura o esencia del ser
humano, ese principio vital que anima al cuerpo, le insufla la vida que le es
propia y lo pone en movimiento, permitiendo que el ser humano realice el
conjunto de posibilidades que residían, en el cuerpo, y en particular,
permitiendo que el ser humano realice sus capacidades más propias y elevadas:
las facultades intelectivas o racionales. Cuerpo y alma no son, pues, para
Aristóteles, dos sustancias distintas que se unen accidentalmente en el ser
humano de manera que el alma queda prisionera provisionalmente en el cuerpo a
la espera de una liberación, como pensaba Platón; para Aristóteles, el cuerpo y
el alma del ser humano se co-pertenecen y no pueden ser el uno sin la otra. Y
cuando muere “el cuerpo”, ya no hay tampoco “el alma”, que no es sino el
principio vital del cuerpo.
En cuanto a la teoría del conocimiento y la concepción de la
ciencia, Aristóteles tiene un punto de partida que es coincidente con el de
Platón: no hay más ciencia que el conocimiento de la esencia objetiva y
universal de cada cosa, y el ideal de ciencia no puede ser otro que el de una
ciencia deductiva que logre explicar cada aspecto del mundo partiendo de
algunos pocos principios explicativos generales a partir de los cuales deducir
y comprender el funcionamiento de todo lo particular. Sin embargo, Aristóteles
añade algunas matizaciones que abren las puertas a un planteamiento más
empirista del proceso del conocimiento que el que Platón habría podido aceptar.
Aristóteles continuará, a su manera, el tipo de explicación
teleológica o finalista de la realidad heredada de su maestro Platón y que este
aprendió de Anaxágoras. Para Aristóteles, de forma mucho más explícita y
pronunciada incluso que, para Platón, todo cuanto existe en la naturaleza tiene
un propósito natural o tiende naturalmente a un fin que le corresponde de
acuerdo con su forma o esencia.
En el plano de la ética podemos decir que Aristóteles parte
de planteamientos que son herederos de Sócrates y Platón, pero va más allá e
introduce matizaciones que reflejan su espíritu más “realista”, “práctico” y
atento a lo particular o singular.
Aunque igualmente heredero de Platón en el ámbito de la
reflexión filosófica relacionada con la sociedad y la política, también en este
campo Aristóteles se distanció de su maestro. Por un lado, hay que decir que
ambos comparten un planteamiento que puede ser llamado “organicista” o “colectivista”
por cuanto ambos entienden al individuo siempre y solamente como miembro de una
comunidad social y política a la que pertenece y a la que, en cierto modo, se
encuentra subordinado. Por otro lado, sin embargo, a pesar de este tipo de
planteamiento, que, especialmente a la luz del individualismo moderno de los
derechos humanos, nos muestra a ambos, Platón y Aristóteles, como pensadores
poco sensibles al reconocimiento de la dignidad de la persona y de sus
libertades políticas, hay que decir que Aristóteles mostró más simpatía por el
sistema democrático de gobierno que Platón y Sócrates. El pensamiento de
Aristóteles ofreció una defensa explícita de la esclavitud y de la posición
subordinada de la mujer con respecto al hombre, defensa que supone un paso
atrás con respecto a algunas ideas de Platón al respecto.
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