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sábado, 28 de noviembre de 2020

Conceptos de Platón (Términos y Relaciones)

 TÉRMINOS

Opinión

Término perteneciente a la teoría platónica del conocimiento.

-La “opinión” (doxa) es un término que fue usado ya por Parménides para referirse a lo que no es y no puede ser nunca “verdad”. Para Platón, sin embargo, el conocimiento es un proceso gradual y la opinión es el punto de partida inevitable, el grado mínimo del conocimiento, un punto de partida que, es cierto, debe ser sin embargo superado mediante el pensamiento racional, la dialéctica ascendente que nos eleva por encima de las apariencias del mundo y las conjeturas, imaginaciones y creencias que nos formamos sobre ellas.

-La opinión incluye las imaginaciones y conjeturas que nos hacemos a partir de las “representaciones” de los objetos (tal y como se dan, por ejemplo, en el arte y la poesía –hoy en día en los medios de comunicación y las redes sociales, por ejemplo), así como las creencias que nos formamos sobre los propios objetos sensibles sobre la base de nuestra propia experiencia directa y no a la luz de su Idea.

-La opinión no constituye, para Platón, conocimiento verdadero, aunque sí el punto de partida para llegar a él.

- Las opiniones expresan puntos de vista subjetivos, particulares, interesados, parciales, contingentes, frente al conocimiento racional de las Ideas, que expresa verdades objetivas, universales, desinteresadas, imparciales y necesarias.

- En el mito de la caverna, la opinión se corresponde con la cháchara de los prisioneros encerrados en el interior de la gruta.

Dialéctica

Término importante en el marco de la teoría platónica del conocimiento.

-Originalmente, alude al método socrático de aproximación a la verdad del concepto por medio del diálogo racional.

-De un modo más técnico, preciso y propio de la filosofía de Platón, la dialéctica es el proceso que sigue el pensamiento racional al descubrir las Ideas y ascender de una a otra, proceso que corresponde al grado superior del conocimiento científico o episteme.

-La dialéctica consiste, pues, en un proceso de elevación intelectual por el que se va ascendiendo de la intuición o intelección racional pura (noesis) de una Idea a otra de rango superior, hasta alcanzar la Idea suprema del Bien.

-La iniciación en la Dialéctica supone haber atravesado los niveles o grados inferiores del conocimiento y supone continuar avanzando a lo largo de un proceso esforzado.

-En el mito, el movimiento dialéctico viene representado por el esfuerzo de ascenso del prisionero liberado que sale y que, después de un proceso gradual que empieza con la contemplación de las sombras en el agua y pasa a la visión nocturna de las estrellas, termina contemplando directamente el sol. Para Platón, el conocimiento es una contemplación por medio de la razón, y su meta es la contemplación de la esencia del Bien.

 

-Platón habla también de una dialéctica descendente, consistente en deducir la verdad de los objetos sensibles existentes en el mundo material a partir de la Idea suprema y las Ideas más generales y abstractas a las que llega el pensamiento.

Reminiscencia

Término importante dentro de la teoría platónica del conocimiento.

-Para Platón, “conocer es (en cierto sentido) recordar” o “re-conocer”, es decir, “caer en la cuenta de” o “hacerse consciente de” verdades (las Ideas) que, de algún modo, están o estaban ya puestas en las cosas y presentes en el alma antes de que tomásemos consciencia de ello; conocer y comprender es hacer explícito lo que estaba implícitamente puesto ya en las cosas y en el alma racional.

-Platón se apoya en la teoría pitagórica de la preexistencia del alma, aunque no podemos estar seguros de hasta qué punto Platón creyese en la “literalidad” del relato que hace sobre la preexistencia de las almas... Podría tratarse de una metáfora, que podríamos interpretar como si Platón nos dijese que todo sucede “como si” el alma hubiese estado ya en el mundo inteligible y hubiese aprendido las Ideas que luego olvidó al unirse a un cuerpo y contaminarse con su materia... de manera que más adelante “conocer” será “recordar”.

-Con esta idea Platón está señalando a lo que los racionalistas modernos (como Descartes), a partir del siglo XVII, denominarán la existencia de “ideas innatas”. Esto es, no aprendidas, pertenecientes a la Razón pura, que se desarrollan con el desarrollo de la razón.

Idea de Bien

Término perteneciente a la Metafísica platónica.

-“Idea suprema” situada en cúspide la organización jerárquica propia del mundo inteligible.

-“Principio de existencia” (arjé) y “principio de inteligibilidad” de la verdadera realidad y de todo cuanto hay en ella: solo puede haber cosas y solo podemos conocer y comprender la Idea de cada cosa a la luz de la Idea del Bien, es decir, teniendo en cuenta la perfección y armonía a la que todo tiende y toda cosa tiende, la perfección que toda cosa puede realizar y tiende a realizar.

-La “contemplación” de la Idea del Bien requiere del proceso dialéctico del conocimiento que asciende arduamente través de las Ideas de los objetos sensibles hasta la comprensión de la razón de ser final de todas las cosas Idea que recibe la influencia del concepto de nous de Anaxágoras (la “inteligencia ordenadora” que asigna a cada cosa su lugar propio en el cosmos) y que influirá en la concepción teleológica de la realidad propia de Aristóteles, según la cual “todo tiende a un fin” que explica su existencia y la dota de un sentido inteligible.

-Quienes acceden a la Idea del Bien no pueden dejar de contemplar las cosas y de actuar conforme a esa Idea; estos serán los reyes filósofos encargados del gobierno de la ciudad ideal.

-En el mito de la caverna, la Idea del Bien está representada por el sol, a la luz del cual aparecen todas las cosas y pueden ser “contempladas”.

 

 

 

RELACIONES

Platón-presocráticos

Platón construye todo el andamiaje de su sistema filosófico sobre la base de una especie de diálogo crítico con toda la filosofía anterior a él. En particular, retoma y reelabora planteamientos de los filósofos presocráticos del período cosmológico anterior al giro antropológico protagonizado por Sócrates y los sofistas en la Atenas del período clásico. mientras que para los cosmólogos milesios este principio ha de ser algún tipo de elemento o sustancia material, Platón, más cercano en esto a Pitágoras, Parménides y Anaxágoras, entiende que el principio de todo lo real ha de ser un principio organizativo de carácter formal. Aunque Platón concibe, siguiendo en este punto las enseñanzas de Heráclito, la realidad aparente, la naturaleza sensible accesible a nuestros sentidos, como un continuo devenir de múltiples y cambiantes formas materiales sometidas al paso del tiempo y a su poder de desgaste, entiende que la verdadera realidad de cada cosa, su “idea” o esencia, su verdadero “ser”, ha de ser en cada caso una, que, como el “Ser” de Parménides, se revela solo al pensamiento o inteligencia racional (“nous”), no a los sentidos, y posee las propiedades que Parménides había atribuido al Ser: el Ser es uno, eterno, invariable, siempre igual a sí mismo...

Pero, sobre todo, si hay un pensador presocrático que ejerció una influencia notable sobre Platón, ese fue Pitágoras con su planteamiento de que el “arjé” es número y de que, por lo tanto, la naturaleza física observable a nuestro alrededor, como el sonido de un instrumento de cuerda, ha de tener una estructura profunda, una “matriz generadora” de naturaleza matemática.

Finalmente, es necesario referirse a la influencia de Anaxágoras sobre Platón. Mientras que, aproximadamente por la misma época en que Sócrates y los sofistas convivían y polemizaban en las Atenas democrática. Anaxágoras sostuvo que no podía ser que la armonía de la naturaleza y del cosmos entero fuesen el resultado del movimiento caótico de la materia; tenía que existir algún principio formal organizador, alguna suerte de “inteligencia ordenadora” interna al propio cosmos que hubiese puesto a cada cosa en su lugar y hubiese asignado a cada cosa su función, de manera que cada cosa contribuyese, a su manera, a la armonía general del cosmos. Anaxágoras inaugura así lo que se conoce como el modelo de explicación “teleológica” de la naturaleza, de acuerdo con el cual “cada cosa en la naturaleza tiene su propia función, finalidad o propósito”, que da un sentido a su existencia y le permite contribuir al orden, la finalidad, el propósito y el sentido del cosmos en su totalidad. Platón también, como Anaxágoras, sintió que debía oponerse al materialismo ateo de los atomistas, que reducía el universo a un conjunto de partículas de materia que se movían sin sentido y sin finalidad.

Platón-Sócrates y Sofistas

Platón construye todo el andamiaje de su sistema filosófico sobre la base de una especie de diálogo crítico con toda la filosofía anterior a él. Ahora bien, de entre todos los pensadores que lo precedieron, el que probablemente mayor influencia ejerció sobre él y de forma más determinante y duradera marcó su vida y su pensamiento, fue Sócrates.

Del “intelectualismo moral” de Sócrates, que afirma que la virtud es conocimiento y pasa por el conocimiento, Platón hereda una manera de plantear y resolver los problemas morales que podemos considerar a la vez característicamente “racionalista”, “objetivista” y “universalista”.

Es decir, como resultado de la influencia de la ética de Sócrates, Platón pensó que existen verdades morales objetivas y universales, principios objetivos de justicia que tienen un fundamento o una justificación racionales, y que por ser racionales han de ser universales, esto es, válidos para todos en cualquier momento y lugar y con independencia de nuestra procedencia y de nuestras identidades o señas de identidad culturales.

Si Pitágoras enseñó a Platón que existen verdades objetivas, necesarias o forzosas y universales, que las verdades matemáticas ejemplifican de forma modélica, Sócrates orientó la búsqueda platónica de este tipo de verdades hacia el terreno de la moral y la política. Como Sócrates, Platón entenderá que para hacer el bien primero hay que conocer lo que es el bien.

Platón hereda de Sócrates la idea de que el conocimiento es una virtud y la idea de que para ser virtuosos es necesario conocer; la idea de que quien conoce lo que es el bien no puede sino sentirse ligado, comprometido por el bien; la idea de que solo el conocimiento puede llevar a la justicia y solo por medio del conocimiento y de la justicia puede una persona llegar a tener una “vida buena” o “digna” de un ser humano y una vida “feliz”; la idea de que quien hace el mal no lo hace voluntariamente, sino por ignorancia.

Los sofistas fueron los “nuevos maestros” de la democracia ateniense, que llegaron en sustitución de los poetas y de su “sabiduría tradicional”. Fueron, probablemente, los fundadores del humanismo occidental. Criticaron la moral tradicional desvelando el carácter convencional de las leyes y normas sociales.

Para Platón, heredero de Sócrates en su polémica con los sofistas, estos últimos crearon un ambiente cultural escéptico y relativista que fue el caldo de cultivo para que la polis ateniense finalmente sucumbiera a manos de políticos demagogos y corruptos, sin preocupación por la verdad y la justicia ni escrúpulos morales, políticos que anteponían sus propios intereses particulares a la Justicia y el “Bien común” de la polis.

Frente al subjetivismo emotivista y relativista y el pragmatismo utilitarista de los sofistas, que sostenían que en cuanto a los problemas morales no hay más qué puntos de vista subjetivos que dependen de nuestros intereses, gustos y sentimientos se creó el racionalismo objetivista y universalista que Sócrates inició y Platón, su discípulo, desarrolló.

Platón-Aristóteles

Aristóteles fue discípulo y seguidor de Platón, alumno de su Academia durante más de veinte años. Indica el camino a seguir para los verdaderos filósofos, cuyo destino es aventurarse más allá de donde sus maestros pudieron llegar y mirar más allá de lo que sus maestros supieron ver.

Aristóteles, en efecto, manteniéndose fiel al espíritu de la filosofía platónica (y socrática) en algunos puntos importantes, introducirá o añadirá matizaciones, correcciones y críticas a la filosofía de su maestro que se cuentan entre las primeras críticas recibidas por la obra de Platón.

Aristóteles es un pensador que tiene un talante y unos intereses e inclinaciones filosóficos que lo diferencian de su maestro. Mientras que Platón fue un hombre marcado por la influencia del Pitagorismo y las matemáticas, dado al razonamiento puro y deductivo aprendido en la geometría y alejado del interés por la observación de la naturaleza física, Aristóteles, hijo de un médico , fue un “naturalista”, un hombre más interesado por los individuos particulares y concretos y sus singularidades que por las abstracciones de la razón.

Las críticas de Aristóteles a la filosofía de su maestro llevan la marca o el sello de los rasgos señalados en el párrafo anterior, y comienzan por el núcleo mismo de la metafísica platónica: la teoría de las formas o ideas. Aristóteles comparte con Platón la idea de que cada cosa tiene su esencia, su “idea”, su “forma” o esencia, pero no entiende que estas puedan pertenecer a un plano de lo real independiente y separado del plano de lo empírico, sensible y observable, un plano independiente y separado en el que se encontrarían las “ideas” dotadas de una “objetividad” propia y solo accesible por medio del razonamiento puro.

Aristóteles critica a Platón la vaguedad, imprecisión o ambigüedad de los términos que este emplea para referirse a la relación entre los objetos físicos del mundo sensible y las “ideas” del mundo inteligible.

Tiene consecuencias en el plano de la antropología filosófica aristotélica. Aristóteles, como Platón, define al ser a partir de la existencia en él de la capacidad racional. Sin embargo, aunque Aristóteles define al ser humano como “animal racional” y piensa, como Platón, que el ser humano es “cuerpo” y “alma”, no concibe estas dos entidades como dos sustancias esencialmente diferentes y heterogéneas, independientes y separadas la una de la otra, sino como “materia” y “forma” de una misma y única sustancia. El cuerpo, como materia o elemento material constitutivo del ser humano, constituye un conjunto de posibilidades que solo pueden realizarse a partir de la acción de un principio vital que lo anime y lo ponga en movimiento; el “alma” es, precisamente, en tanto que “forma”, estructura o esencia del ser humano, ese principio vital que anima al cuerpo, le insufla la vida que le es propia y lo pone en movimiento, permitiendo que el ser humano realice el conjunto de posibilidades que residían, en el cuerpo, y en particular, permitiendo que el ser humano realice sus capacidades más propias y elevadas: las facultades intelectivas o racionales. Cuerpo y alma no son, pues, para Aristóteles, dos sustancias distintas que se unen accidentalmente en el ser humano de manera que el alma queda prisionera provisionalmente en el cuerpo a la espera de una liberación, como pensaba Platón; para Aristóteles, el cuerpo y el alma del ser humano se co-pertenecen y no pueden ser el uno sin la otra. Y cuando muere “el cuerpo”, ya no hay tampoco “el alma”, que no es sino el principio vital del cuerpo.

En cuanto a la teoría del conocimiento y la concepción de la ciencia, Aristóteles tiene un punto de partida que es coincidente con el de Platón: no hay más ciencia que el conocimiento de la esencia objetiva y universal de cada cosa, y el ideal de ciencia no puede ser otro que el de una ciencia deductiva que logre explicar cada aspecto del mundo partiendo de algunos pocos principios explicativos generales a partir de los cuales deducir y comprender el funcionamiento de todo lo particular. Sin embargo, Aristóteles añade algunas matizaciones que abren las puertas a un planteamiento más empirista del proceso del conocimiento que el que Platón habría podido aceptar.

Aristóteles continuará, a su manera, el tipo de explicación teleológica o finalista de la realidad heredada de su maestro Platón y que este aprendió de Anaxágoras. Para Aristóteles, de forma mucho más explícita y pronunciada incluso que, para Platón, todo cuanto existe en la naturaleza tiene un propósito natural o tiende naturalmente a un fin que le corresponde de acuerdo con su forma o esencia.

En el plano de la ética podemos decir que Aristóteles parte de planteamientos que son herederos de Sócrates y Platón, pero va más allá e introduce matizaciones que reflejan su espíritu más “realista”, “práctico” y atento a lo particular o singular.

 

Aunque igualmente heredero de Platón en el ámbito de la reflexión filosófica relacionada con la sociedad y la política, también en este campo Aristóteles se distanció de su maestro. Por un lado, hay que decir que ambos comparten un planteamiento que puede ser llamado “organicista” o “colectivista” por cuanto ambos entienden al individuo siempre y solamente como miembro de una comunidad social y política a la que pertenece y a la que, en cierto modo, se encuentra subordinado. Por otro lado, sin embargo, a pesar de este tipo de planteamiento, que, especialmente a la luz del individualismo moderno de los derechos humanos, nos muestra a ambos, Platón y Aristóteles, como pensadores poco sensibles al reconocimiento de la dignidad de la persona y de sus libertades políticas, hay que decir que Aristóteles mostró más simpatía por el sistema democrático de gobierno que Platón y Sócrates. El pensamiento de Aristóteles ofreció una defensa explícita de la esclavitud y de la posición subordinada de la mujer con respecto al hombre, defensa que supone un paso atrás con respecto a algunas ideas de Platón al respecto.

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