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sábado, 28 de noviembre de 2020

2º BACH FILOSOFÍA T.3 PLATÓN

 LA CONSTITUCION DEL UNIVERSO

En el pensamiento de Platón se recogen y se someten a reflexión los temas principales de la filosofía y de la ciencia. Platón rechaza el atomismo mecanicista y aporta una explicación del universo basada en los siguientes puntos:

1)El orden no puede ser el resultado del desorden. El orden solo puede provenir de una inteligencia ordenadora.

2) La inteligencia ordenadora o Demiurgo actúa sobre la materia eterna, caótica, que no es estática ni inerte, sino que está dotada de movimientos irregulares.

3) El Demiurgo ordena según un modelo: las Ideas son los modelos que utiliza el demiurgo sobre la materia.

Platón narra la constitución del Universo en el Timeo y en forma de mito con lo cual es difícil interpretar el Demiurgo: o bien se entiende como una especie de dios que realmente actúa sobre la materia, o bien se entiende como la forma mítica de expresar la acción configuradora de las ideas en la materia. Son las Ideas o formas las que imponen a la materia una estructura inteligible, una consistencia y estabilidad que la materia, de por sí, no tiene.

LA TEORIA DE LAS IDEAS (ONTOLOGÍA PLATÓNICA)

Según Platón el objeto del auténtico conocimiento es el ser mismo, pero se preguntará cuál es el verdadero ser, cómo es, dónde está y cuál es la verdadera esencia de la realidad. Para Platón el verdadero ser son las Ideas. Para Platón las ideas tienen una existencia real, son más reales que los objetos que tocamos no son productos ni del cerebro ni de la mente. Según Platón, las ideas no están en el mundo visible, sino en otro, en el inteligible. Aquí radica el problema: la realidad, el ser, tal y como lo concibe Platón existe, pero dividida en dos partes o mundos.

Esta visión del conocimiento y de la realidad es denominada dualista y a la teoría según la cual las ideas no están en este mundo sino en otro se le ha denominado Teoría de las Ideas.

La experiencia de un mundo en continuo movimiento y cambio, tal como había sido expresado por Heráclito, le planteaba ciertas dificultades a Platón. Lo que fluye apenas puede pensarse y no puede ser objeto de la verdadera ciencia. Los sentidos nos dan del mundo móviles o imágenes, aparentemente estáticas, pero que también cambian: vemos pasar las nubes o la corriente de un rio, pero también vemos la roca inmóvil, el árbol ante nuestros ojos, aunque sabemos que están sujetos a cambio y mutación.

Frente al mundo sensible (kosmos horatós) tiene que existir un universo ideal (kosmos noetós) independientemente de las cosas reales. Este universo tiene carácter universal y en él están las ideas que son inmutables y eternas, la verdadera realidad que constituye el paradigma o modelo del mundo sensible. Las ideas son el fundamento y el modelo del mundo real.

Las Ideas son esencias, es decir, “aquello por lo que una cosa (particular) es lo que es”. Las Ideas existen separadas de las cosas particulares. Son entidades que poseen una existencia real e independiente: cada Idea es una substancia, algo que existe en sí como una realidad trascendente.

Las Ideas gozan de las mismas características del ser de Parménides, en cuanto que son esencias: cada Idea es única, eterna e inmutable. Por contraposición, las cosas son múltiples, temporales y mutables. Las ideas no son realidades corpóreas (inmaterialismo de Platón), ni tampoco realidades sensibles, son justamente, inteligibles, es decir, solo cognoscibles por la inteligencia.

Los objetos del mundo sensible por su parte participan de las ideas y, de esta forma, tienen cierta realidad, aunque sea imperfecta y suponga un reflejo del mundo inteligible. Para Platón el mundo sensible, es un mundo aparente y sometido al devenir, no es real porque es una sombra del inteligible.

Las ideas constituyen también el fondo de valores éticos, de conceptos estéticos, que se enraízan en la mente y en el lenguaje, es porque hay en nosotros un fondo “teórico” que nos permite saber qué queremos decir cuando empleamos tales expresiones.

La Teoría, tiene, finalmente una doble intencionalidad:

1) política (íntimamente ligada a la intención moral): los gobernantes han de ser filósofos que se guíen no por su ambición política, sino por ideales (las Ideas), trascendentes y absolutos.

2) científica: el objeto de la ciencia solo pueden ser las Ideas.

La idea del Bien

Según Platón el mundo de las ideas se encuentra jerarquizado: en su base se encuentran las ideas de los objetos y seres del mundo sensible, posteriormente los objetos matemáticos y, en su cúspide, las ideas éticas y estéticas, como las ideas de belleza o justicia y, finalmente la idea del Bien en sí (“el sol del mundo inteligible”).

En La República, esta idea es un principio unificador, es el horizonte donde alcanzan sentido los actos del hombre y el punto de referencia de las demás ideas, pues una de sus características es que no necesita ningún presupuesto que la justifique.

La Idea de Bien aparece como un verdadero en sí ya que es el fundamento de todo ser; nuestro autor quiere decir que es la causa última de todos los seres y a todos ellos explica. Al referirse a esa idea como principio no supuesto quiere significar que el Bien es el único ser cuya existencia no depende de ningún otro ya que ocupa la cúspide del ser. Solo ella es un “principio incondicionado”.

Al ser, pues, el individuo en muchos de sus aspectos, partícipe de las ideas, esa participación con la idea del Bien tendrá que ser decisiva para su propio existir. Porque de la misma manera que la luz del sol ilumina el mundo verdadero, la idea del Bien es la idea iluminadora del hombre y su sentido.

EL ALMA Y EL CONOCIMIENTO (EPISTEMOLOGÍA PLATÓNICA)

El concepto de alma en Platón

Su concepción del hombre también va a ser dualista: alma y cuerpo. Pero igual que el mundo de las Ideas tiene prioridad absoluta sobre el Mundo sensible, también el alma la tiene sobre el cuerpo. Hasta el punto de que Platón en alguna ocasión dice que “el hombre es su alma”. Ningún filósofo griego negó la existencia del alma. El problema era determinar su naturaleza.

Además, los griegos solían vincular la noción de alma (psique) a dos hechos distintos, la vida y el conocimiento intelectual.

1) El alma es principio de vida (ya desde los poemas homéricos) es latido, es movimiento. Consecuencia: todos los seres vivos tienen alma por el simple hecho de estar vivos. Existe una estrecha relación entre cuerpo y alma.

2) El alma es principio de conocimiento racional. Consecuencia: solo el ser humano tiene alma y solo en él tiene sentido plantearse la cuestión de la inmortalidad. En la filosofía griega nunca se dio una separación radical entre ambos modos de considerar el alma.

Para Platón el alma es principio del conocimiento intelectual, pero no deja de lado la función vital del alma. Puede decirse que es el creador de la psicología racional, a pesar de inspirarse en las doctrinas de los pitagóricos y en el orfismo.

El dualismo platónico, pues, supone entender que el alma pertenece al ámbito de las Ideas, y el cuerpo al mundo de los seres físicos.

Características del alma

El alma es el principio de la vida del cuerpo y el elemento opuesto a la corporeidad. La propiedad distintiva de que algo está vivo es que se mueva a sí mismo. El alma según Platón se mueve por sí misma y transmite ese movimiento al cuerpo, que de otra manera sería inerte y carente de vida (inanimado). Por eso el alma predomina sobre el cuerpo, es anterior a él y su unión es accidental y temporal, ya que es separable de éste.

Platón define el alma como simple, semejante a lo divino, inmortal, (porque para Platón todas las almas son fabricadas por el demiurgo), inteligible, uniforme e indisoluble; mientras que el cuerpo pertenece como sabemos a lo sensible, es mortal, multiforme e irracional. Al contrario que los elementos materiales el alma no es visible porque pertenece al mundo inteligible. Así mientras el cuerpo muere, se corrompe y desaparece porque pertenece a lo sensible, el alma se marcha hacia un lugar distinto, noble, invisible, divino e inmortal.

Por otro lado, Platón es consciente de que el alma se ve arrastrada por los deseos del cuerpo, sin embargo, si el alma no se deja persuadir por el engaño de los sentidos y se refugia en sí misma con la ayuda de la filosofía, podrá liberarse de estas ataduras.

Platón defiende la inmortalidad del alma y su transmigración de unos cuerpos a otros, recogiendo las influencias del orfismo y pitagorismo antes mencionadas. De esta cadena de reencarnaciones solo se puede escapar liberándose de la esclavitud del cuerpo y de sus pasiones, dedicándose a la auténtica filosofía. Describirá cómo es realmente la naturaleza del alma no está al alcance de la mente humana.

Las tres fuerzas del alma

Platón establece una división tripartita del alma:

1) La espiritual o parte racional, que es la específicamente humana. Tiene una naturaleza divina y es inmortal como las ideas. Es la parte que podemos considerar separable del cuerpo. Su virtud es la sabiduría, se rige por la razón y su función es el gobierno racional del cuerpo conforme a lo inteligible y perfecto, las ideas. Platón la sitúa en la cabeza.

2) La irascible. Es común a los animales, y por no ser separable del cuerpo, es mortal. Su virtud es la fortaleza, se rige por el valor y su función es la de impulsar a la acción, la de querer. Permite que los seres humanos superen el dolor y renuncien a los placeres cuando la parte racional así lo quiera. Platón sitúa esta parte del alma en el pecho.

3) La concupiscible. Igual que la anterior, es inseparable del cuerpo, y, por tanto, mortal. Su virtud es la templanza, es decir, la moderación de los placeres se rige por el deseo y su función es la de manifestar los deseos del cuerpo. Platón la sitúa en el vientre.

Cuando el alma racional ejerce correctamente su función guía y controla a las otras dos almas y se produce armonía en el individuo que será después reflejo de la armonía social.

Toda esta variedad de niveles en el alma no es sino el reconocimiento de lo que es realmente el hombre y sus distintas maneras de percibir e interpretar el mundo.

Los modos de conocer que tiene el alma

Otros aspectos del alma tienen que ver con los niveles del conocimiento que ordenan esa fuerza interior. Estos niveles guardan un paralelismo con el escenario de la caverna descrita en el mito y donde están presentes tres estadios en el proceso del conocimiento:

1. El mundo de lo que se ve.

2. El horizonte de las Ideas.

3. La luz de la idea suprema: el Bien.

Estos tres niveles determinan tres modos de conocimiento en general:

a) El primero de ellos es la sensación a través de la cual se nos hace presente el mundo. Este primer nivel de conocimiento puede, por su simplicidad, ser engañoso.

b) En el plano en el que encontramos las ideas, el alma se hace forma de conocimiento rozando a penas el mundo exterior: es la dóxa, las opiniones.

c) Solo en esa lucha por la verdad a través de las opiniones, se puede alcanzar el conocimiento que se expresa en la ciencia. Este saber alcanza su momento esencial en el conocimiento del Bien. Este es el objeto preeminente de un grado superior también de conocimiento, el Nous, o inteligencia.

El concepto de Nous que ya encontramos en el pensamiento de Anaxágoras está muy presente en la cultura griega y también surgió de la experiencia de los sentidos. Se trataba de una forma de mirar entendiendo que se convertirá con Aristóteles en una forma de inteligencia superior. El problema reside en cómo acceder al conocimiento del mundo inteligible y, para ello, Platón propone tres caminos o métodos diferentes a lo largo de toda su obra. Dichos métodos son los siguientes:

LA DIALÉCTICA

La dialéctica es uno de los métodos que utiliza Platón para alcanzar el grado supremo del saber en la jerarquía del conocimiento. Se describen los grados del conocimiento (epistemología) en relación con los grados del ser (ontología).

Platón propone en general dos fuentes de conocimiento: los sentidos y la razón.

 

-Los sentidos nos acercan al conocimiento del mundo sensible, que es el mundo de la percepción, el mundo cotidiano de cada día. Mientras que la razón, cuyo objetivo es alcanzar el verdadero conocimiento y es el más alto grado del saber, nos acerca al mundo inteligible donde reinan las ideas.

El mundo sensible se divide en imágenes que pueden ser aprendidas con la Eikasía (imaginación), y cosas, que son captadas a través de la Pistis (creencia) y que es responsable de los objetos concretos. Platón adjudica un grado de conocimiento general para este mundo: la Dóxa (opinión); tanto ésta como sus dos categorías, la pistis y la eikasía, son los que se dan con más frecuencia en el mundo de los sentidos. Además, al encontrarse éstos unidos con el cuerpo, que es mortal, el resultado de su conocimiento perecerá con él.

Para nuestro autor no puede haber conocimiento científico del mundo sensible porque éste es particular y cambiante y solo puede haber ciencia de lo universal e inmutable.

Al igual que sucede con la opinión, la episteme posee a su vez dentro del mundo inteligible, otros dos grados de conocimiento (que van de menor a mayor perfección): el primero es el pensamiento discursivo, que es el resultado del razonamiento matemático.

-Y en segundo lugar está el más importante grado de conocimiento: la dialéctica (nous), que es la ciencia en el sentido estricto, la filosofía. Es el conocimiento puramente racional de las ideas, al que solo se puede acceder por el uso de la razón pura. Es, por lo tanto, un saber inmortal y permanente, que se necesita para llegar al mundo inteligible. Una vez que el filósofo ha alcanzado el mundo de las ideas va ascendiendo hasta la idea suprema, la idea de Bien en sí, que hace inteligibles al resto de las ideas.

LA REMINISCENCIA

El diálogo es una búsqueda- inspirada en el método socrático- de la definición de la virtud, es decir, del carácter común a todos los actos que podemos llamar virtuosos. Pero toda búsqueda se encuentra al menos con esta dificultad (ya formulada quizás por los sofistas): no se busca lo que ya se conoce, puesto que sería inútil, tampoco lo que no se conoce pues no sabríamos qué estamos buscando ni cómo reconocer que lo hemos encontrado. La respuesta es: buscar es recordar lo que ya conocemos, conocer es recordar. Esta es la teoría de la reminiscencia.

En estos dos últimos diálogos se añaden dos precisiones importantes:

1) Primera, que el alma tuvo que conocer las Ideas en una existencia anterior “separada” del cuerpo, y que ese conocimiento fue posible gracias a su afinidad con las Ideas.

2) Dado que las cosas “imitan” a las Ideas, el conocimiento sensible sirve como ocasión para el recuerdo, quien, a su vez, sirve para reducir a la unidad de la Idea la multiplicidad de las sensaciones. Platón vuelve a recurrir al mito para explicar esta teoría de que el alma posee en sí misma el recuerdo de las Ideas: es el “mito del carro alado”.

La verdadera patria de las almas es el cielo (mundo inteligible). Allí nuestras almas forman parte del cortejo de los dioses, y contemplan cara a cara las esencias, es decir la verdadera realidad. Así como las almas de los dioses son perfectas, las almas de los hombres, no, pues tienen un elemento sensible: están condenadas a unirse a un cuerpo mortal. El mito del carro alado interpreta la unión del cuerpo con el alma como una estrepitosa “caída”.

 

Cuando el alma percibe los objetos mediante los sentidos, tiene ocasión para recordar las ideas del mundo inteligible, porque los objetos de este mundo sensible copian imperfectamente las ideas del mundo inteligible. Entonces, el alma se eleva hacia el verdadero conocimiento, las Ideas, puras y perfectas.

Alcanzada la esencia por la intuición intelectual es preciso luego volver a bajar, por el razonamiento, para descubrir las relaciones de las ideas entre sí.

Este camino “de vuelta” desde las ideas hasta las cosas particulares es en La República el mismo recorrido que hace el prisionero liberado desde la contemplación del Bien fuera de la caverna hasta el interior donde permanecen aún sus antiguos compañeros de cautiverio sumidos todavía en la ignorancia. Solo entonces se completa el proceso de conocimiento entendido como dialéctica armonizando la unidad con la pluralidad, la inducción con la deducción y al ser la dialéctica un camino “de ida y vuelta”.

EL AMOR

Este tercer método de conocimiento es también una dialéctica, pero emocional, es decir, el amor se presenta ahora como subida o ascensión desde las cosas múltiples hasta la idea suprema.

El ser humano desea lo bello y lo bueno y el amor le sirve de ayuda empujándole al conocimiento de esas ideas supremas. El eros proyecta al hombre en busca de algo que no es él mismo (fuera de sí) pero que completa y llena su ser; toda la vida humana es proyección hacia lo otro.

Ese eros o impulso amoroso que nos proyecta hacia “lo otro” es, según Platón, un hecho de nuestra propia forma de ser que descubrimos continuamente en la experiencia de nuestra propia vida y en fenómenos como la simpatía, la solidaridad, la amistad…

La dialéctica y también el amor son para Platón caminos hacia las Ideas. Pero, por sí mismos éstos no bastan: es necesaria la virtud, que es también un camino hacia el Bien y la Justicia. Además, el hombre aislado, no puede ser ni bueno ni sabio: necesita de la comunidad política, es decir, el Estado. De esta forma, la virtud y el Estado permiten el acceso a las Ideas. Pero éstas, a su vez, son su fundamento último.

ETICA Y POLITICA PLATÓNICAS

La virtud

Platón, frente al relativismo de los sofistas recoge la convicción socrática de que los conceptos morales pueden ser definidos racionalmente, es más, los conceptos ético- políticos alcanzan el estatuto de ideas y tienen una validez objetiva. Para los sofistas, en cambio, todos los conceptos morales tenían un valor relativo y subjetivo.

Primitivamente, la virtud indicaba excelencia, en general, perfección, pero no tenía un carácter ético. Fueron los sofistas los que transformaron el concepto y enseñaron la virtud democrática que consistía en el arte de la vida y su dominio, especialmente la capacidad de dirigir los asuntos propios y los públicos: es, por tanto, enseñable y aprehensible.

Con Sócrates y Platón, se convierte decididamente en virtud moral.

 

En un primer sentido, Platón entiende el término virtud como sabiduría, al estilo socrático y siempre se mantuvo fiel a él. En un segundo sentido, entiende la virtud como purificación: el hombre virtuoso es aquél que purifica su alma de las pasiones y la desprende del cuerpo para poder realizar el acceso a las Ideas.

Pero la concepción más importante la encontramos en La República, donde Platón entiende la virtud como armonía o acuerdo entre las tres partes del alma como hemos visto anteriormente. A cada parte del alma, pues, le corresponde una virtud característica:

- alma racional – prudencia o sabiduría

- alma irascible - valor

- alma apetitiva – templanza

El hombre que consiga armonizar estas tres virtudes será justo. Y como Platón establece una correlación entre el alma y el Estado la ética platónica conduce a la política. Sólo en la ciudad justa es posible educar hombres justos.

El Estado y sus niveles de organización

Para Platón la organización social no puede ser como pretenden los sofistas, fruto de la convención o de una ley pactada, sino de una ley universal que se deriva de la propia naturaleza del Estado. Aunque esta concepción supone una utopía política en la que el gobierno pertenece a los filósofos. Los gobernantes no serán conducidos por la ambición personal y el derecho del más fuerte- como pretendían algunos sofistas, sino que se inspirarán en la contemplación del orden inmutable de las ideas. El mito de la caverna lo expresa muy bien: los que consiguen escapar de ella y contemplar el sol de la verdad, la justicia y el bien, deben volver a la caverna para guiar a los que allí continúan.

El Estado, pues, para Platón es una organización política estrictamente jerarquizada y constituida por tres estamentos o clases: gobernantes, guardianes y productores. Cada uno de ellos tiene una virtud y una función determinada.

-La virtud de los gobernantes es, la sabiduría, y su función gobernar conforme a las ideas o modelos de la realidad. Este es el nivel superior donde los gobernantes, que han sido elegidos entre los guardianes, además de ser superiores en inteligencia, destacan en generosidad, altruismo e “idealismo”. No olvidemos que el filósofo auténtico, el dialéctico, es quien ha alcanzado ya el mundo de las ideas y, por lo tanto, el único capaz de impartir justicia en la ciudad.

-La virtud de los guardianes es el valor, y su función, defender al Estado contra los enemigos. Esta clase social, igual que la de los filósofos, no puede tener bienes materiales, por lo que su entrega a la tarea común debe ser total. Les otorga a las mujeres de esta clase la misma educación que a los hombres.

-La virtud de los productores, comerciantes, artesanos y campesinos, es, la templanza. Solo a éstos últimos se les permite la propiedad privada y la formación de familias estables para evitar que los gobernantes y guardianes confundan los intereses particulares con los del Estado. Esta clase constituye el fundamento económico de la pólis y es, además, la más numerosa.

La perfecta organización del Estado es aquella en la que cada estamento cumple con su función. La justicia es, como ocurría en el alma, el resultado de la armonía entre las partes.

Para eliminar la lucha de intereses entre las clases, Platón propone una especie de “comunismo aristocrático” solo para las clases superiores: abolición de la propiedad privada, supresión de la familia.

De este modo, gobernantes y guerreros estarán a salvo de los peligros de la ambición personal o de casta. Platón, al igual que Aristóteles cree que la esclavitud es necesaria, incluso, buena.

En obras posteriores el gobierno de los sabios fue sustituido por el gobierno de las leyes ya que la ley es la única garantía de un gobierno justo.

Los regímenes políticos

Platón elaboró una teoría de la evolución de las formas políticas. Así frente al optimismo de Protágoras, para quien la historia significaba progreso, Platón opina que el devenir histórico de los Estados conduce necesariamente a su degradación. Por degeneración sucesiva aparecen:

-El Estado perfecto es el aristocrático, aquél regido por quienes tienen la virtud de la inteligencia y son superiores en educación y altruismo. No está basada en el linaje de sangre sino en la preparación y capacidad de los que lo componen. A partir de este régimen superior, los otros regímenes manifiestan una inevitable decadencia.

-La perversión de la aristocracia es la timocracia o gobierno del honor. Esta se produce cuando la clase de los gobernantes se alía con los guardianes contra la clase de los productores. En esta forma de gobierno domina el elemento pasional sobre el racional. Se ambicionan honores y riquezas.

-El ansia de riqueza convierte la timocracia en oligarquía, o gobierno del dinero; se trata de una pequeña minoría, adinerada y ambiciosa; ésta ostenta el poder y oprime a los ciudadanos. Brota así una nueva forma de organización política.

-Cuando la miseria llega a los ciudadanos explotados por los oligarcas surge la rebelión contra los ricos, que son expulsados del gobierno; los pobres se reparten sus riquezas y aparece la democracia o gobierno del pueblo. Pero como los oligarcas negaron la verdadera educación al pueblo, este goce de libertad y ese imperio de los deseos va corrompiendo a su vez la democracia y preparando otro régimen más violento.

-La ausencia de orden y la excesiva liberalidad transformará la democracia en tiranía cuando el poder se entrega al tirano, que gobierna prescindiendo de la ley y estableciendo un orden que aunque sea aceptado por el pueblo, es falso.

LA EDUCACIÓN

La finalidad de la educación es promover que se alcance la virtud, la justicia, tanto la individual como la social, colaborando en un proceso natural en la medida en que la persona tiende a la virtud y el Estado también. Al Estado le corresponde educar a los ciudadanos y no a la familia, evitando el egoísmo y promoviendo el sentimiento de comunidad. Y a los filósofos les corresponde determinar los principios de la educación: formar a cada persona para que cumpla adecuadamente la función que tiene asignada dentro del Estado.

La educación del cuerpo se subordina a la educación del alma.

Platón no recoge ninguna educación especial para la clase inferior de los productores.

 

 

 

Las fases de la educación

Está organizada en torno a tres niveles:

-Primario. Es la fase elemental; se desarrolla desde el nacimiento hasta los veinte años. Su objetivo es la formación física, intelectual y moral de los gobernantes y guardianes. Las disciplinas fundamentales son la gimnasia, para el cuerpo, y la música, para el alma.

-Secundario. A partir de los veinte años, aquellos que hayan destacado profundizarán en el estudio. Ahora tiene una gran importancia las matemáticas, pues su conocimiento obliga a olvidarse de lo sensible y prepara al ser humano para el conocimiento de las ideas.

-Superior. A los treinta años, aquellos que demuestren su capacidad intelectual, perseverancia en el estudio y amor a la ciudad, y que procuren los intereses públicos sin tener en cuenta sus ventajas personales, iniciarán la fase de la dialéctica. Esta es la fase de formación de los filósofos, que dura cinco años; el estudio de las formas inteligibles les permitirá gobernar siguiendo lo perfecto.

Al finalizar la educación dialéctica, desempeñarán durante quince años algunos cargos públicos para que adquieran experiencia sin dejarse vencer por las tentaciones. Al final, contemplarán el Bien Absoluto, modelo perfecto tanto en la ordenación del Estado como en las vidas de los individuos.

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