LA CONSTITUCION DEL UNIVERSO
En el pensamiento de Platón se recogen y se someten a
reflexión los temas principales de la filosofía y de la ciencia. Platón rechaza
el atomismo mecanicista y aporta una explicación del universo basada en los siguientes
puntos:
1)El orden no puede ser el resultado del desorden. El orden
solo puede provenir de una inteligencia ordenadora.
2) La inteligencia ordenadora o Demiurgo actúa sobre la
materia eterna, caótica, que no es estática ni inerte, sino que está dotada de
movimientos irregulares.
3) El Demiurgo ordena según un modelo: las Ideas son los
modelos que utiliza el demiurgo sobre la materia.
Platón narra la constitución del Universo en el Timeo y en
forma de mito con lo cual es difícil interpretar el Demiurgo: o bien se
entiende como una especie de dios que realmente actúa sobre la materia, o bien
se entiende como la forma mítica de expresar la acción configuradora de las
ideas en la materia. Son las Ideas o formas las que imponen a la materia una
estructura inteligible, una consistencia y estabilidad que la materia, de por
sí, no tiene.
LA TEORIA DE LAS
IDEAS (ONTOLOGÍA PLATÓNICA)
Según Platón el objeto del auténtico conocimiento es el ser
mismo, pero se preguntará cuál es el verdadero ser, cómo es, dónde está y cuál
es la verdadera esencia de la realidad. Para Platón el verdadero ser son las
Ideas. Para Platón las ideas tienen una existencia real, son más reales que los
objetos que tocamos no son productos ni del cerebro ni de la mente. Según
Platón, las ideas no están en el mundo visible, sino en otro, en el
inteligible. Aquí radica el problema: la realidad, el ser, tal y como lo
concibe Platón existe, pero dividida en dos partes o mundos.
Esta visión del conocimiento y de la realidad es denominada
dualista y a la teoría según la cual las ideas no están en este mundo sino en
otro se le ha denominado Teoría de las Ideas.
La experiencia de un mundo en continuo movimiento y cambio,
tal como había sido expresado por Heráclito, le planteaba ciertas dificultades
a Platón. Lo que fluye apenas puede pensarse y no puede ser objeto de la
verdadera ciencia. Los sentidos nos dan del mundo móviles o imágenes,
aparentemente estáticas, pero que también cambian: vemos pasar las nubes o la
corriente de un rio, pero también vemos la roca inmóvil, el árbol ante nuestros
ojos, aunque sabemos que están sujetos a cambio y mutación.
Frente al mundo sensible (kosmos horatós) tiene que existir
un universo ideal (kosmos noetós) independientemente de las cosas reales. Este
universo tiene carácter universal y en él están las ideas que son inmutables y
eternas, la verdadera realidad que constituye el paradigma o modelo del mundo
sensible. Las ideas son el fundamento y el modelo del mundo real.
Las Ideas son esencias, es decir, “aquello por lo que una
cosa (particular) es lo que es”. Las Ideas existen separadas de las cosas
particulares. Son entidades que poseen una existencia real e independiente:
cada Idea es una substancia, algo que existe en sí como una realidad
trascendente.
Las Ideas gozan de las mismas características del ser de
Parménides, en cuanto que son esencias: cada Idea es única, eterna e inmutable.
Por contraposición, las cosas son múltiples, temporales y mutables. Las ideas
no son realidades corpóreas (inmaterialismo de Platón), ni tampoco realidades
sensibles, son justamente, inteligibles, es decir, solo cognoscibles por la
inteligencia.
Los objetos del mundo sensible por su parte participan de
las ideas y, de esta forma, tienen cierta realidad, aunque sea imperfecta y
suponga un reflejo del mundo inteligible. Para Platón el mundo sensible, es un
mundo aparente y sometido al devenir, no es real porque es una sombra del
inteligible.
Las ideas constituyen también el fondo de valores éticos, de
conceptos estéticos, que se enraízan en la mente y en el lenguaje, es porque
hay en nosotros un fondo “teórico” que nos permite saber qué queremos decir
cuando empleamos tales expresiones.
La Teoría, tiene, finalmente una doble intencionalidad:
1) política (íntimamente ligada a la intención moral): los
gobernantes han de ser filósofos que se guíen no por su ambición política, sino
por ideales (las Ideas), trascendentes y absolutos.
2) científica: el objeto de la ciencia solo pueden ser las
Ideas.
La idea del Bien
Según Platón el mundo de las ideas se encuentra
jerarquizado: en su base se encuentran las ideas de los objetos y seres del
mundo sensible, posteriormente los objetos matemáticos y, en su cúspide, las
ideas éticas y estéticas, como las ideas de belleza o justicia y, finalmente la
idea del Bien en sí (“el sol del mundo inteligible”).
En La República, esta idea es un principio unificador, es el
horizonte donde alcanzan sentido los actos del hombre y el punto de referencia
de las demás ideas, pues una de sus características es que no necesita ningún
presupuesto que la justifique.
La Idea de Bien aparece como un verdadero en sí ya que es el
fundamento de todo ser; nuestro autor quiere decir que es la causa última de
todos los seres y a todos ellos explica. Al referirse a esa idea como principio
no supuesto quiere significar que el Bien es el único ser cuya existencia no
depende de ningún otro ya que ocupa la cúspide del ser. Solo ella es un
“principio incondicionado”.
Al ser, pues, el individuo en muchos de sus aspectos,
partícipe de las ideas, esa participación con la idea del Bien tendrá que ser
decisiva para su propio existir. Porque de la misma manera que la luz del sol
ilumina el mundo verdadero, la idea del Bien es la idea iluminadora del hombre
y su sentido.
EL ALMA Y EL
CONOCIMIENTO (EPISTEMOLOGÍA PLATÓNICA)
El concepto de alma
en Platón
Su concepción del hombre también va a ser dualista: alma y
cuerpo. Pero igual que el mundo de las Ideas tiene prioridad absoluta sobre el
Mundo sensible, también el alma la tiene sobre el cuerpo. Hasta el punto de que
Platón en alguna ocasión dice que “el hombre es su alma”. Ningún filósofo
griego negó la existencia del alma. El problema era determinar su naturaleza.
Además, los griegos solían vincular la noción de alma
(psique) a dos hechos distintos, la vida y el conocimiento intelectual.
1) El alma es principio de vida (ya desde los poemas
homéricos) es latido, es movimiento. Consecuencia: todos los seres vivos tienen
alma por el simple hecho de estar vivos. Existe una estrecha relación entre
cuerpo y alma.
2) El alma es principio de conocimiento racional.
Consecuencia: solo el ser humano tiene alma y solo en él tiene sentido
plantearse la cuestión de la inmortalidad. En la filosofía griega nunca se dio
una separación radical entre ambos modos de considerar el alma.
Para Platón el alma es principio del conocimiento
intelectual, pero no deja de lado la función vital del alma. Puede decirse que
es el creador de la psicología racional, a pesar de inspirarse en las doctrinas
de los pitagóricos y en el orfismo.
El dualismo platónico, pues, supone entender que el alma
pertenece al ámbito de las Ideas, y el cuerpo al mundo de los seres físicos.
Características del
alma
El alma es el principio de la vida del cuerpo y el elemento
opuesto a la corporeidad. La propiedad distintiva de que algo está vivo es que
se mueva a sí mismo. El alma según Platón se mueve por sí misma y transmite ese
movimiento al cuerpo, que de otra manera sería inerte y carente de vida
(inanimado). Por eso el alma predomina sobre el cuerpo, es anterior a él y su
unión es accidental y temporal, ya que es separable de éste.
Platón define el alma como simple, semejante a lo divino,
inmortal, (porque para Platón todas las almas son fabricadas por el demiurgo),
inteligible, uniforme e indisoluble; mientras que el cuerpo pertenece como
sabemos a lo sensible, es mortal, multiforme e irracional. Al contrario que los
elementos materiales el alma no es visible porque pertenece al mundo
inteligible. Así mientras el cuerpo muere, se corrompe y desaparece porque
pertenece a lo sensible, el alma se marcha hacia un lugar distinto, noble,
invisible, divino e inmortal.
Por otro lado, Platón es consciente de que el alma se ve
arrastrada por los deseos del cuerpo, sin embargo, si el alma no se deja persuadir
por el engaño de los sentidos y se refugia en sí misma con la ayuda de la
filosofía, podrá liberarse de estas ataduras.
Platón defiende la inmortalidad del alma y su transmigración
de unos cuerpos a otros, recogiendo las influencias del orfismo y pitagorismo
antes mencionadas. De esta cadena de reencarnaciones solo se puede escapar
liberándose de la esclavitud del cuerpo y de sus pasiones, dedicándose a la
auténtica filosofía. Describirá cómo es realmente la naturaleza del alma no
está al alcance de la mente humana.
Las tres fuerzas del
alma
Platón establece una división tripartita del alma:
1) La espiritual o parte racional, que es la específicamente
humana. Tiene una naturaleza divina y es inmortal como las ideas. Es la parte
que podemos considerar separable del cuerpo. Su virtud es la sabiduría, se rige
por la razón y su función es el gobierno racional del cuerpo conforme a lo
inteligible y perfecto, las ideas. Platón la sitúa en la cabeza.
2) La irascible. Es común a los animales, y por no ser
separable del cuerpo, es mortal. Su virtud es la fortaleza, se rige por el
valor y su función es la de impulsar a la acción, la de querer. Permite que los
seres humanos superen el dolor y renuncien a los placeres cuando la parte
racional así lo quiera. Platón sitúa esta parte del alma en el pecho.
3) La concupiscible. Igual que la anterior, es inseparable
del cuerpo, y, por tanto, mortal. Su virtud es la templanza, es decir, la
moderación de los placeres se rige por el deseo y su función es la de
manifestar los deseos del cuerpo. Platón la sitúa en el vientre.
Cuando el alma racional ejerce correctamente su función guía
y controla a las otras dos almas y se produce armonía en el individuo que será
después reflejo de la armonía social.
Toda esta variedad de niveles en el alma no es sino el
reconocimiento de lo que es realmente el hombre y sus distintas maneras de
percibir e interpretar el mundo.
Los modos de conocer
que tiene el alma
Otros aspectos del alma tienen que ver con los niveles del
conocimiento que ordenan esa fuerza interior. Estos niveles guardan un
paralelismo con el escenario de la caverna descrita en el mito y donde están
presentes tres estadios en el proceso del conocimiento:
1. El mundo de lo que se ve.
2. El horizonte de las Ideas.
3. La luz de la idea suprema: el Bien.
Estos tres niveles determinan tres modos de conocimiento en
general:
a) El primero de ellos es la sensación a través de la cual
se nos hace presente el mundo. Este primer nivel de conocimiento puede, por su
simplicidad, ser engañoso.
b) En el plano en el que encontramos las ideas, el alma se
hace forma de conocimiento rozando a penas el mundo exterior: es la dóxa, las
opiniones.
c) Solo en esa lucha por la verdad a través de las
opiniones, se puede alcanzar el conocimiento que se expresa en la ciencia. Este
saber alcanza su momento esencial en el conocimiento del Bien. Este es el
objeto preeminente de un grado superior también de conocimiento, el Nous, o inteligencia.
El concepto de Nous que ya encontramos en el pensamiento de
Anaxágoras está muy presente en la cultura griega y también surgió de la
experiencia de los sentidos. Se trataba de una forma de mirar entendiendo que
se convertirá con Aristóteles en una forma de inteligencia superior. El
problema reside en cómo acceder al conocimiento del mundo inteligible y, para
ello, Platón propone tres caminos o métodos diferentes a lo largo de toda su
obra. Dichos métodos son los siguientes:
LA DIALÉCTICA
La dialéctica es uno de los métodos que utiliza Platón para
alcanzar el grado supremo del saber en la jerarquía del conocimiento. Se
describen los grados del conocimiento (epistemología) en relación con los
grados del ser (ontología).
Platón propone en general dos fuentes de conocimiento: los
sentidos y la razón.
-Los sentidos nos acercan al conocimiento del mundo
sensible, que es el mundo de la percepción, el mundo cotidiano de cada día.
Mientras que la razón, cuyo objetivo es alcanzar el verdadero conocimiento y es
el más alto grado del saber, nos acerca al mundo inteligible donde reinan las
ideas.
El mundo sensible se divide en imágenes que pueden ser
aprendidas con la Eikasía (imaginación), y cosas, que son captadas a través de
la Pistis (creencia) y que es responsable de los objetos concretos. Platón
adjudica un grado de conocimiento general para este mundo: la Dóxa (opinión);
tanto ésta como sus dos categorías, la pistis y la eikasía, son los que se dan
con más frecuencia en el mundo de los sentidos. Además, al encontrarse éstos
unidos con el cuerpo, que es mortal, el resultado de su conocimiento perecerá
con él.
Para nuestro autor no puede haber conocimiento científico
del mundo sensible porque éste es particular y cambiante y solo puede haber
ciencia de lo universal e inmutable.
Al igual que sucede con la opinión, la episteme posee a su
vez dentro del mundo inteligible, otros dos grados de conocimiento (que van de
menor a mayor perfección): el primero es el pensamiento discursivo, que es el
resultado del razonamiento matemático.
-Y en segundo lugar está el más importante grado de conocimiento:
la dialéctica (nous), que es la ciencia en el sentido estricto, la filosofía.
Es el conocimiento puramente racional de las ideas, al que solo se puede
acceder por el uso de la razón pura. Es, por lo tanto, un saber inmortal y
permanente, que se necesita para llegar al mundo inteligible. Una vez que el
filósofo ha alcanzado el mundo de las ideas va ascendiendo hasta la idea
suprema, la idea de Bien en sí, que hace inteligibles al resto de las ideas.
LA REMINISCENCIA
El diálogo es una búsqueda- inspirada en el método
socrático- de la definición de la virtud, es decir, del carácter común a todos
los actos que podemos llamar virtuosos. Pero toda búsqueda se encuentra al
menos con esta dificultad (ya formulada quizás por los sofistas): no se busca
lo que ya se conoce, puesto que sería inútil, tampoco lo que no se conoce pues
no sabríamos qué estamos buscando ni cómo reconocer que lo hemos encontrado. La
respuesta es: buscar es recordar lo que ya conocemos, conocer es recordar. Esta
es la teoría de la reminiscencia.
En estos dos últimos diálogos se añaden dos precisiones
importantes:
1) Primera, que el alma tuvo que conocer las Ideas en una
existencia anterior “separada” del cuerpo, y que ese conocimiento fue posible
gracias a su afinidad con las Ideas.
2) Dado que las cosas “imitan” a las Ideas, el conocimiento
sensible sirve como ocasión para el recuerdo, quien, a su vez, sirve para
reducir a la unidad de la Idea la multiplicidad de las sensaciones. Platón
vuelve a recurrir al mito para explicar esta teoría de que el alma posee en sí
misma el recuerdo de las Ideas: es el “mito del carro alado”.
La verdadera patria de las almas es el cielo (mundo
inteligible). Allí nuestras almas forman parte del cortejo de los dioses, y
contemplan cara a cara las esencias, es decir la verdadera realidad. Así como
las almas de los dioses son perfectas, las almas de los hombres, no, pues
tienen un elemento sensible: están condenadas a unirse a un cuerpo mortal. El
mito del carro alado interpreta la unión del cuerpo con el alma como una
estrepitosa “caída”.
Cuando el alma percibe los objetos mediante los sentidos,
tiene ocasión para recordar las ideas del mundo inteligible, porque los objetos
de este mundo sensible copian imperfectamente las ideas del mundo inteligible.
Entonces, el alma se eleva hacia el verdadero conocimiento, las Ideas, puras y
perfectas.
Alcanzada la esencia por la intuición intelectual es preciso
luego volver a bajar, por el razonamiento, para descubrir las relaciones de las
ideas entre sí.
Este camino “de vuelta” desde las ideas hasta las cosas
particulares es en La República el mismo recorrido que hace el
prisionero liberado desde la contemplación del Bien fuera de la caverna hasta
el interior donde permanecen aún sus antiguos compañeros de cautiverio sumidos
todavía en la ignorancia. Solo entonces se completa el proceso de conocimiento
entendido como dialéctica armonizando la unidad con la pluralidad, la inducción
con la deducción y al ser la dialéctica un camino “de ida y vuelta”.
EL AMOR
Este tercer método de conocimiento es también una
dialéctica, pero emocional, es decir, el amor se presenta ahora como subida o
ascensión desde las cosas múltiples hasta la idea suprema.
El ser humano desea lo bello y lo bueno y el amor le sirve
de ayuda empujándole al conocimiento de esas ideas supremas. El eros proyecta
al hombre en busca de algo que no es él mismo (fuera de sí) pero que completa y
llena su ser; toda la vida humana es proyección hacia lo otro.
Ese eros o impulso amoroso que nos proyecta hacia “lo otro”
es, según Platón, un hecho de nuestra propia forma de ser que descubrimos
continuamente en la experiencia de nuestra propia vida y en fenómenos como la
simpatía, la solidaridad, la amistad…
La dialéctica y también el amor son para Platón caminos
hacia las Ideas. Pero, por sí mismos éstos no bastan: es necesaria la virtud,
que es también un camino hacia el Bien y la Justicia. Además, el hombre
aislado, no puede ser ni bueno ni sabio: necesita de la comunidad política, es
decir, el Estado. De esta forma, la virtud y el Estado permiten el acceso a las
Ideas. Pero éstas, a su vez, son su fundamento último.
ETICA Y POLITICA
PLATÓNICAS
La virtud
Platón, frente al relativismo de los sofistas recoge la
convicción socrática de que los conceptos morales pueden ser definidos
racionalmente, es más, los conceptos ético- políticos alcanzan el estatuto de
ideas y tienen una validez objetiva. Para los sofistas, en cambio, todos los
conceptos morales tenían un valor relativo y subjetivo.
Primitivamente, la virtud indicaba excelencia, en general,
perfección, pero no tenía un carácter ético. Fueron los sofistas los que
transformaron el concepto y enseñaron la virtud democrática que consistía en el
arte de la vida y su dominio, especialmente la capacidad de dirigir los asuntos
propios y los públicos: es, por tanto, enseñable y aprehensible.
Con Sócrates y Platón, se convierte decididamente en virtud
moral.
En un primer sentido, Platón entiende el término virtud como
sabiduría, al estilo socrático y siempre se mantuvo fiel a él. En un segundo
sentido, entiende la virtud como purificación: el hombre virtuoso es aquél que
purifica su alma de las pasiones y la desprende del cuerpo para poder realizar
el acceso a las Ideas.
Pero la concepción más importante la encontramos en La
República, donde Platón entiende la virtud como armonía o acuerdo entre las
tres partes del alma como hemos visto anteriormente. A cada parte del alma,
pues, le corresponde una virtud característica:
- alma racional – prudencia o sabiduría
- alma irascible - valor
- alma apetitiva – templanza
El hombre que consiga armonizar estas tres virtudes será
justo. Y como Platón establece una correlación entre el alma y el Estado la
ética platónica conduce a la política. Sólo en la ciudad justa es posible educar
hombres justos.
El Estado y sus
niveles de organización
Para Platón la organización social no puede ser como
pretenden los sofistas, fruto de la convención o de una ley pactada, sino de
una ley universal que se deriva de la propia naturaleza del Estado. Aunque esta
concepción supone una utopía política en la que el gobierno pertenece a los
filósofos. Los gobernantes no serán conducidos por la ambición personal y el
derecho del más fuerte- como pretendían algunos sofistas, sino que se
inspirarán en la contemplación del orden inmutable de las ideas. El mito de la
caverna lo expresa muy bien: los que consiguen escapar de ella y contemplar el
sol de la verdad, la justicia y el bien, deben volver a la caverna para guiar a
los que allí continúan.
El Estado, pues, para Platón es una organización política
estrictamente jerarquizada y constituida por tres estamentos o clases:
gobernantes, guardianes y productores. Cada uno de ellos tiene una virtud y una
función determinada.
-La virtud de los gobernantes es, la sabiduría, y su función
gobernar conforme a las ideas o modelos de la realidad. Este es el nivel
superior donde los gobernantes, que han sido elegidos entre los guardianes,
además de ser superiores en inteligencia, destacan en generosidad, altruismo e
“idealismo”. No olvidemos que el filósofo auténtico, el dialéctico, es quien ha
alcanzado ya el mundo de las ideas y, por lo tanto, el único capaz de impartir
justicia en la ciudad.
-La virtud de los guardianes es el valor, y su función,
defender al Estado contra los enemigos. Esta clase social, igual que la de los
filósofos, no puede tener bienes materiales, por lo que su entrega a la tarea
común debe ser total. Les otorga a las mujeres de esta clase la misma educación
que a los hombres.
-La virtud de los productores, comerciantes, artesanos y
campesinos, es, la templanza. Solo a éstos últimos se les permite la propiedad
privada y la formación de familias estables para evitar que los gobernantes y
guardianes confundan los intereses particulares con los del Estado. Esta clase
constituye el fundamento económico de la pólis y es, además, la más numerosa.
La perfecta organización del Estado es aquella en la que
cada estamento cumple con su función. La justicia es, como ocurría en el alma,
el resultado de la armonía entre las partes.
Para eliminar la lucha de intereses entre las clases, Platón
propone una especie de “comunismo aristocrático” solo para las clases
superiores: abolición de la propiedad privada, supresión de la familia.
De este modo, gobernantes y guerreros estarán a salvo de los
peligros de la ambición personal o de casta. Platón, al igual que Aristóteles
cree que la esclavitud es necesaria, incluso, buena.
En obras posteriores el gobierno de los sabios fue
sustituido por el gobierno de las leyes ya que la ley es la única garantía de
un gobierno justo.
Los regímenes
políticos
Platón elaboró una teoría de la evolución de las formas
políticas. Así frente al optimismo de Protágoras, para quien la historia
significaba progreso, Platón opina que el devenir histórico de los Estados
conduce necesariamente a su degradación. Por degeneración sucesiva aparecen:
-El Estado perfecto es el aristocrático, aquél regido por
quienes tienen la virtud de la inteligencia y son superiores en educación y
altruismo. No está basada en el linaje de sangre sino en la preparación y
capacidad de los que lo componen. A partir de este régimen superior, los otros
regímenes manifiestan una inevitable decadencia.
-La perversión de la aristocracia es la timocracia o
gobierno del honor. Esta se produce cuando la clase de los gobernantes se alía
con los guardianes contra la clase de los productores. En esta forma de
gobierno domina el elemento pasional sobre el racional. Se ambicionan honores y
riquezas.
-El ansia de riqueza convierte la timocracia en oligarquía,
o gobierno del dinero; se trata de una pequeña minoría, adinerada y ambiciosa;
ésta ostenta el poder y oprime a los ciudadanos. Brota así una nueva forma de
organización política.
-Cuando la miseria llega a los ciudadanos explotados por los
oligarcas surge la rebelión contra los ricos, que son expulsados del gobierno;
los pobres se reparten sus riquezas y aparece la democracia o gobierno del
pueblo. Pero como los oligarcas negaron la verdadera educación al pueblo, este
goce de libertad y ese imperio de los deseos va corrompiendo a su vez la
democracia y preparando otro régimen más violento.
-La ausencia de orden y la excesiva liberalidad transformará
la democracia en tiranía cuando el poder se entrega al tirano, que gobierna
prescindiendo de la ley y estableciendo un orden que aunque sea aceptado por el
pueblo, es falso.
LA EDUCACIÓN
La finalidad de la educación es promover que se alcance la
virtud, la justicia, tanto la individual como la social, colaborando en un
proceso natural en la medida en que la persona tiende a la virtud y el Estado
también. Al Estado le corresponde educar a los ciudadanos y no a la familia,
evitando el egoísmo y promoviendo el sentimiento de comunidad. Y a los
filósofos les corresponde determinar los principios de la educación: formar a
cada persona para que cumpla adecuadamente la función que tiene asignada dentro
del Estado.
La educación del cuerpo se subordina a la educación del
alma.
Platón no recoge ninguna educación especial para la clase
inferior de los productores.
Las fases de la
educación
Está organizada en torno a tres niveles:
-Primario. Es la fase elemental; se desarrolla desde el
nacimiento hasta los veinte años. Su objetivo es la formación física,
intelectual y moral de los gobernantes y guardianes. Las disciplinas
fundamentales son la gimnasia, para el cuerpo, y la música, para el alma.
-Secundario. A partir de los veinte años, aquellos que hayan
destacado profundizarán en el estudio. Ahora tiene una gran importancia las
matemáticas, pues su conocimiento obliga a olvidarse de lo sensible y prepara
al ser humano para el conocimiento de las ideas.
-Superior. A los treinta años, aquellos que demuestren su
capacidad intelectual, perseverancia en el estudio y amor a la ciudad, y que
procuren los intereses públicos sin tener en cuenta sus ventajas personales,
iniciarán la fase de la dialéctica. Esta es la fase de formación de los
filósofos, que dura cinco años; el estudio de las formas inteligibles les
permitirá gobernar siguiendo lo perfecto.
Al finalizar la educación dialéctica, desempeñarán durante
quince años algunos cargos públicos para que adquieran experiencia sin dejarse
vencer por las tentaciones. Al final, contemplarán el Bien Absoluto, modelo
perfecto tanto en la ordenación del Estado como en las vidas de los individuos.
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