NOVELA
La novela. Tendencias.
Los autores con un deseo de modernidad a la vez que afirman sus
raíces autóctonas darán lugar al modernismo.
En los primeros años del siglo XX se produce una reacción (el
llamado regeneracionismo) que pretende encontrar la solución a los “males de la
patria”. En este ambiente, una serie de jóvenes autores, la denominada
generación del 98, manifiestan junto a su angustia existencial, su protesta y
afán de reforma de las costumbres decadentes de la sociedad española, un deseo de
europeización, de modernidad, con la incorporación de nuevas técnicas
expresivas.
En torno a 1914, surge un nuevo grupo de escritores e
intelectuales, encabezados por Ortega y Gasset, que busca la modernización
definitiva de España, a través de la formación científica y cultural y el
cultivo de un arte intelectual que abandone el sentimentalismo decimonónico
para ajustarse al espíritu del siglo XX: el novecentismo.
En los años 20 y 30, la narrativa española seguirá dos tendencias:
la novela deshumanizada propia del novecentismo, con influencia también de las
vanguardias, y la novela social, propia de actitudes más preocupadas por la
situación de España y del mundo en esos momentos.
La
generación del 98.
Desde el punto de vista temático, las novelas de los autores del
98 se centran en:
a) El tema de España, desde una perspectiva particular en cada
autor. Pretenden descubrir el alma de la nación a través del paisaje, sobre
todo Castilla.
b) La historia, pero no la de los grandes conflictos bélicos o
reyes, sino la del hombre anónimo, a la que Unamuno llamó la “intrahistoria”; y
la literatura, volviendo a autores como Larra y a clásicos como Berceo, Rojas o
Manrique y, especialmente Cervantes y el Quijote, que ven como un reflejo de
las conductas de los españoles.
c) El tema existencial, también tratado de forma distinta en cada
autor, que se preocupa por el sentido de la vida y la existencia, el tema del
tiempo o las relaciones del hombre con Dios.
En cuanto a la técnica estilística y literaria, los autores del 98
defienden la sencillez y claridad, pero sin perder la fuerza expresiva.
MIGUEL DE
UNAMUNO
Autor de carácter crítico, obsesivo y con grandes inquietudes
filosóficas, lo que se refleja en sus obras que abarcan todos los géneros. Crea
la “nivola”: renuncia a la planificación, sin descripciones, muchos diálogos,
personajes con conflictos existenciales.
·Estilo: densidad de ideas, lenguaje expresivo, palabras con usos
renovados.
·Obras: Niebla, San Manuel Bueno, mártir, La tía Tula.
JOSÉ
MARTÍNEZ RUIZ “AZORÍN”
Este autor dedicó toda su vida al periodismo.
Sus cualidades son la claridad, la precisión y riqueza léxica.
·Estilo de ritmo lento y lírico, aunque claro y preciso.
Descripciones muy valiosas.
·Obras: La voluntad, Antonio Azorín.
PÍO BAROJA
Pío Baroja se dedicó casi exclusivamente a la producción
novelística. Siempre defendió una novela abierta a todas las posibilidades, y
proclamó la libertad absoluta para el escritor.
·Concepción abierta de la novela, mezcla de acción con
digresiones, estilo expresivo pero sencillo, descripciones impresionistas.
·Obras: Camino de perfección, La busca, El árbol de la ciencia.
RAMÓN M.ª
DEL VALLE-INCLÁN
Toda la obra de Valle-Inclán obedece al rechazo del realismo
tradicional, lo que se manifiesta de formas diferentes en su producción.
Comenzó su trayectoria narrativa en el Modernismo. Progresivamente, introdujo
innovaciones en su técnica novelística, hasta culminar en su creación máxima:
el esperpento.
Sus características son: deformación de las situaciones y de la
realidad; distorsión del lenguaje; degradación de los personajes, que se
animalizan.
·Evolución hacia el esperpento, perspectiva crítica y de denuncia.
·Obras: Sonatas, Tirano Banderas.
LA NOVELA
NOVECENTISTA.
Se conoce como novecentismo (o generación del 14) a los autores
nacidos a finales del
XIX que suceden a la generación del 98 y alcanzan su plenitud
literaria en la segunda
década del siglo.
CARACTERÍSTICAS
COMUNES
- Autores liberales, intelectuales universitarios, europeístas,
reformistas, defensores del arte puro y minoritario (alejado de las masas).
-Preferencia por el ensayo. (J. Ortega y Gasset)
RAMÓN
PÉREZ DE AYALA
·Autor de novelas intelectuales (la vida, el destino, el mundo
como lucha).
·Obras: A.M.D.G., Troteras y danzaderas.
GABRIEL MIRÓ
·Autor de novelas líricas (melancolía, plasticidad, sensualidad).
·Obras: La cerezas del cementerio, El obispo leproso.
RAMÓN
GÓMEZ DE LA SERNA
·Conocido por las greguerías (breves definiciones basadas en la
fórmula “metáfora + humor”).
·Autor de novelas experimentales.
·Obras: El doctor inverosímil.
LA NOVELA
HACIA 1927
Entre 1925 y 1936 salen a la luz jóvenes narradores, cuya
trayectoria se verá truncada por el inicio de la guerra civil española. En
ellos se observa dos grandes tendencias: los que comienzan siguiendo las pautas
de la novela deshumanizada (Rosa Chacel: Memorias de Leticia Valle, Francisco
Ayala: Muertes de perro), y los que plantean una novela social muy
comprometida políticamente (Ramón J. Sender: Réquiem por un campesino
español, Crónica del alba. Luisa Carnés: Tea rooms, Mujeres obreras.)
LA NOVELA DESDE 1900 A 1939
PRIMEROS AÑOS: GENERACIÓN DEL 98
CARACTERÍSTICAS
COMUNES
Jóvenes autores con espíritu
crítico:
• Reacción contra las tendencias
narrativas del XIX (realismo y naturalismo): defensa del subjetivismo.
• Protesta contra las costumbres
decadentes de la sociedad.
Temas:
• España: buscan su esencia a través
del paisaje (Castilla), la intrahistoria y las raíces literarias (Berceo,
Rojas, Manrique, Cervantes, Larra).
• La existencia: el sentido de la
vida, el tiempo, Dios.
Estilo:
• Sencillez, antirretoricismo,
claridad, precisión léxica, léxico connotativo.
• 1902,
año clave: publicación de La voluntad (Azorín), Camino de perfección (Baroja),
Sonata de otoño (Valle- Inclán), Amor y pedagogía (Unamuno).
AUTORES
Y OBRAS
-Miguel de Unamuno:
·Crea la “nivola”: renuncia a la
planificación, sin descripciones, muchos diálogos, personajes con conflictos
existenciales.
·Estilo: densidad de ideas, lenguaje
expresivo, palabras con usos renovados.
·Obras: Niebla, San Manuel Bueno,
mártir, La tía Tula
-Pío Baroja:
·Concepción abierta de la novela,
mezcla de acción con digresiones, estilo expresivo pero sencillo, descripciones
impresionistas.
·Obras: Camino de perfección, La
busca, El árbol de la ciencia.
-José Martínez Ruiz, Azorín:
·Estilo de ritmo lento y lírico,
aunque claro y preciso. Descripciones muy valiosas.
·Obras: La voluntad, Antonio
Azorín.
-Ramón María del Valle-Inclán:
·Comienzos modernistas: lirismo,
sensorialidad, decadencia, erotismo.
·Evolución hacia el esperpento,
perspectiva crítica y de denuncia.
·Obras: Sonatas, Tirano Banderas.
SEGUNDA
DÉCADA: NOVECENTISMO GENERACIÓN DEL 14
CARACTERÍSTICAS
COMUNES
- Autores liberales, intelectuales
universitarios, europeístas, reformistas, defensores del arte puro y
minoritario (alejado de las masas).
-Preferencia por el ensayo. (J. Ortega
y Gasset)
AUTORES
Y OBRAS
-Ramón Pérez de Ayala:
·Autor de novelas intelectuales (la
vida, el destino, el mundo como lucha).
·Obras: A.M.D.G., Troteras y
danzaderas.
-Gabriel Miró:
·Autor de novelas líricas (melancolía,
plasticidad, sensualidad).
·Obras: La cerezas del cementerio,
El obispo leproso.
-Ramón Gómez de la Serna:
·Conocido por las greguerías (breves
definiciones basadas en la fórmula “metáfora + humor”).
·Autor de novelas experimentales.
·Obras: El doctor inverosímil.
HACIA 1927
CARACTERÍSTICAS
COMUNES
Jóvenes autores que culminarán su obra
en el exilio.
Con
inicios asociados a lo intelectual
-Rosa Chacel: Memorias de Leticia
Valle.
-Francisco Ayala: Muertes de perro.
-Max Aub: Campos.
Novelistas
sociales, comprometidos
Ramón J. Sender:
Réquiem por un campesino español, Crónica del alba.
Luisa Carnés: Tea rooms, Mujeres obreras.
NOVELA 1939- AÑOS 70
La Guerra Civil y el régimen
franquista provocaron una fractura que en lo tocante a la literatura supuso la
interrupción de la Edad de Plata de forma traumática.
Muchos escritores en activo durante la
República tuvieron que abandonar España tras la Guerra Civil. Entre los
narradores en el exilio cabe destacar a los siguientes: Ramón J. Sender
(1902-1982), autor de Réquiem por un campesino español (1960); Max Aub
(1902-1972) que escribió El laberinto mágico (1943-1965) integrado por
seis novelas sobre la Guerra Civil; Francisco Ayala (1906-2009) autor de obras
como Muertes de perro (1958) y El fondo del vaso (1962), que
abordan el tema de las dictaduras militares.
En España, durante los años 40
se impone una orientación realista de la novela. Por un lado, narradores
como Agustín de Foxá (1906-1959) o Rafael García Serrano (1917-1988), La
fiel infantería, publican novelas propagandísticas sobre la guerra desde el
punto de vista triunfalista de los vencedores y, por otro lado, algunos
escritores encuentran en el enfoque existencialista su forma de expresar el
abatimiento de la sociedad española y la angustia vital en la que viven. Este
ambiente sórdido y opresivo se refleja en dos novelas fundamentales: La
familia de Pascual Duarte (1942), de Camilo José Cela (1916-2002), obra con
la que se inicia una corriente narrativa denominada tremendismo, que
recrea personajes de conductas brutales para realizar una reflexión profunda
sobre la condición humana; y Nada, novela de Carmen Laforet (1921-2004)
publicada en 1945, que plantea temas como las relaciones familiares, la
crueldad de la sociedad de posguerra o la falta de futuro y desorientación
vital de los personajes. En 1947, Miguel Delibes (1920-2010) recibe el premio
Nadal por su novela La sombra del ciprés es alargada, en que también hay
frustración y tristeza a pesar de la resignación religiosa.
En la novela existencial los
temas predominantes son la soledad, la muerte, la inadaptación y la
frustración. Los personajes son seres marginados, violentos o inadaptados, que
viven desorientados. Se observa una preferencia por la primera persona y el
monólogo (el personaje cuenta su pasado) con un lenguaje desgarrado y duro.
En los años 50 se producen
algunos cambios socioeconómicos que se verán reflejados en una nueva
orientación de la novela. La narrativa intentará reproducir las duras
condiciones de vida a través del realismo, en un intento de denunciar
las desigualdades sociales y despertar la conciencia del lector. Dentro de este
realismo social se encuentran dos tendencias: el realismo objetivista y
el realismo crítico. En ambas hay compromiso social, pero en el caso del
objetivismo se refleja fielmente la realidad, conductas y diálogos de los
personajes sin mediar comentarios o interpretaciones del autor. La obra más
significativa de esta corriente es El Jarama (1955) de Rafael Sánchez
Ferlosio (1927-2019). En esta obra, el autor se limita a transcribir los
diálogos de unos jóvenes durante dieciséis horas de un domingo veraniego.
Destaca el contrapunto entre el habla expresiva y popular del pueblo y la
empobrecida e impersonal de los excursionistas madrileños. También debemos
destacar La colmena (1951), en la que Camilo José Cela denuncia la
miseria moral y material en que está sumido el Madrid de la posguerra. En ambas
obras se puede observar los rasgos característicos de la novela social: un
enfoque objetivo en el que el narrador suele consignar los acontecimientos sin
entrar en valoraciones; sustitución de un protagonista individual por un
personaje colectivo; predominio del diálogo para caracterizar a los personajes
y eliminación de la introspección y el análisis psicológico; concentración
temporal y espacial de los hechos que pueden reducirse a unas cuantas horas y
desarrollarse en un único marco; y sencillez y claridad del lenguaje que tiende
a reproducir el habla coloquial. El realismo crítico comparte las características
citadas anteriormente, pero hay una intención de crítica social más explícita y
un uso de protagonistas singulares que representan a una clase social.
En esta tendencia cabe destacar, Central
eléctrica, de López Pacheco, que critica las duras condiciones laborales de
los obreros en una presa, y La zanja, de Alfonso Grosso, sobre las
desigualdades sociales en el campo andaluz.
En los años sesenta, el agotamiento del realismo y de la novela social llevó a la búsqueda de formas innovadoras que desembocan en la novela experimental interesada en la renovación lingüística y formal, aunque no se pierda la intención crítica. Luis Martín Santos (1924-1964) publicó en 1962 Tiempo de Silencio, obra que inauguraba la novela experimental, que pretendía compaginar la experimentación narrativa con el compromiso cívico o la crítica social. En Tiempo de Silencio se combinan magistralmente distintos procedimientos narrativos y estilísticos para convertir un argumento sencillo en una obra desgarradora sobre las miserias de todos los círculos sociales en los que se desenvuelve el protagonista. Las novelas de esta corriente narrativa presentan los siguientes rasgos: paso del argumento a un segundo término, ya que el interés se centra en las posibilidades estructurales y lingüísticas; multiplicidad de puntos de vista; destrucción de la linealidad temporal del relato; empleo del monólogo interior; tratamiento innovador del lenguaje; y modificación del papel del lector, que debe participar activamente en la interpretación de la obra. Entre los novelistas que se sumaron a los intentos de renovación formal se encuentran Miguel Delibes, con Cinco horas con Mario; Juan Benet (1927-1993) con Volverás a Región, Juan Goytisolo (1931-2017), con Señas de identidad y Juan Marsé(1933-2020), con Últimas tardes con Teresa.